A mis 63 años, mi curiosidad sigue siendo el motor que me impulsa. No dejo de buscar, de estudiar, de explorar nuevas maneras de conectar mundos: la espiritualidad, el autoconocimiento, la psicología, el budismo, la psicosíntesis freudiana… Todos estos caminos parecen diferentes, pero los he cruzado y fusionado para enriquecer mi propio universo psicológico. Cuando trabajas conmigo, te llevas no solo técnicas, sino un baúl lleno de metáforas, conceptos e ideas provenientes de distintas tradiciones. Es esa curiosidad la que transforma cada proceso terapéutico en una exploración única y rica.