Superando lo insuperable

YO SOY CRISTINA SIN H 

Si tuvieras que usar solo tres palabras para describir quién eres, ¿cuáles serían y por qué?

Curiosa: A mis 63 años, mi curiosidad sigue siendo el motor que me impulsa. No dejo de buscar, de estudiar, de explorar nuevas maneras de conectar mundos: la espiritualidad, el autoconocimiento, la psicología, el budismo, la psicosíntesis freudiana… Todos estos caminos parecen diferentes, pero los he cruzado y fusionado para enriquecer mi propio universo psicológico. Cuando trabajas conmigo, te llevas no solo técnicas, sino un baúl lleno de metáforas, conceptos e ideas provenientes de distintas tradiciones. Es esa curiosidad la que transforma cada proceso terapéutico en una exploración única y rica.

Esperanza: Creo profundamente en la luz que se esconde incluso en los momentos más oscuros. Siempre busco esa “estrella en la vista”, ese destello que nos guía cuando parece que todo se ha perdido. Para mí, la esperanza no es ingenuidad; es una elección constante. Es lo que me ayuda a mirar hacia adelante y a transmitirles a mis clientes la certeza de que, aun en medio del caos, hay un camino.

Profundidad: Durante muchos años, viví navegando en la superficie de mí misma. Tenía miedo de lo que podía encontrar si buceaba en mis propias aguas. Sin embargo, la vida me llevó a sumergirme, y aunque enfrenté el burnout, también encontré mi verdadero ser. Hoy abrazo esa profundidad como un regalo, y la utilizo para acompañar a quienes buscan conectar con su voz interna. Guiar hacia ese lugar auténtico es una de las cosas que más disfruto.

¿Cómo te defines hoy y cómo crees que te habrías descrito hace 5 o 10 años?

Hoy: Me defino como una mujer libre, con una vida más alineada con mis propios ritmos y deseos. Ya no me exijo cumplir con expectativas externas ni con metas que no resuenen conmigo. Acepto lo que soy y lo que no soy, y he aprendido a fluir con los procesos en lugar de forzarlos. He soltado la necesidad de perfección y, en su lugar, me permito ser humana.

Hace 5 años: Ya había comenzado a trabajar en la aceptación, pero todavía tenía dificultades para pedir ayuda. Creía que tenía que resolver todo sola, que mostrar vulnerabilidad era un signo de debilidad. Con el tiempo, entendí que pedir apoyo no solo es válido, sino también necesario.

Hace 10 años: Era diferente. Solía empujarme a cumplir con todo lo que decía que haría, incluso cuando mi corazón no estaba de acuerdo. Era una época en la que la autoexigencia era tan alta que ignoraba mis propios límites. Aunque lograba muchas cosas, el precio era alto: el cansancio, la desconexión conmigo misma, y la sensación de estar atrapada en un círculo sin salida.

¿Cuál es el aspecto de tu personalidad que más valoras?

Sin duda, mi espíritu de vida. Ese fuego interno que me impulsa a seguir adelante, a encontrar belleza en los momentos simples y a enfrentar los desafíos con esperanza y humildad. Es un espíritu que abarca mi curiosidad, mi espontaneidad y mi capacidad de asombro. Cuando la vida me lanza a la oscuridad, no me quedo allí mucho tiempo; en cambio, enciendo una pequeña luz y doy un paso a la vez, minuto a minuto. En este momento, estoy aquí, presente, viviendo con intensidad este instante.

En momentos de dificultad, ¿qué características tuyas te han ayudado a superar los retos?

He aprendido a observar mis pensamientos y emociones como lo que son: estados pasajeros, no verdades absolutas. Este autodistanciamiento me ha permitido manejar los momentos más complicados con claridad. También soy muy organizada y me enfoco en priorizar, en desglosar los problemas en pasos manejables. Esto me ha enseñado que incluso las tormentas más fuertes se pueden enfrentar si avanzamos con calma y estrategia.

¿Cómo te gustaría que te recordaran las personas más cercanas a ti?

Me gustaría que me recordaran como alguien que siempre estuvo presente. No solo físicamente, sino emocionalmente. Alguien que sabía escuchar, que hacía sentir a los demás que su existencia importaba. Me encantaría que dijeran: “Ella estuvo allí, en los momentos importantes, y también en los pequeños instantes que hacen la vida.

Contacto